Contaminación del aire: ¿Cómo nos afecta?

contaminación del aire

Muchas cosas son necesarias e indispensables para la vida: agua, aire, nutrientes… Pero, mientras que es posible pasar hasta una semana sin comer y un par de días sin beber agua, nadie es capaz de resistir más que un puñado de segundos sin respirar.

Tiene sentido, entonces, la Organización Mundial de la Salud cuando señala que “la contaminación del aire se reconoce hoy como la mayor amenaza ambiental a la salud humana”. La afirmación se encuentra en las nuevas Directrices mundiales de la OMS sobre la calidad del aire, documento de fines de 2021 en donde, entre otras cosas, se establecen nuevos límites recomendados de contaminación del aire.

El aire que mata

La situación es crítica, y no se le presta la atención suficiente: el 99 % de la población mundial vive en países que superan esos límites establecidos por la OMS. Según estimaciones de la OMS, cada año mueren siete millones de personas debido a los efectos de la polución del aire, tanto del ambiente como de origen hogareño.

Es bien sabido que la contaminación del aire afecta directamente a los pulmones, provocando EPOC, cáncer de pulmón e infección de las vías respiratorias bajas. Sin embargo, el alcance del daño es mucho mayor. En los últimos años se estableció que es un factor causal de enfermedad isquémica del corazón, derrame cerebral, diabetes II, enfermedades neonatales, Alzheimer y afecciones neurológicas que afectan negativamente el coeficiente intelectual.

La OMS indica que la polución del aire es responsable de un alto porcentaje de muertes a nivel global:

  • 25 % por cardiopatías
  • 34 % por accidentes cerebrovasculares
  • 36 % por cáncer de pulmón

Partículas que contaminan el aire

El aire que respiramos está repleto de materia microscópica, invisible a nuestros ojos, tan pequeña que permanece flotando, sin depositarse en el suelo. Se las denomina partículas en suspensión o materia particulada (PM) e ingresan a nuestro organismo cada vez que respiramos, sin que nos demos cuenta. Según su tamaño se las clasifica en gruesas, finas y superfinas. Las partículas finas tienen un diámetro inferior a 2,5 micras (se las abrevia PM2,5). Una micra es la milésima parte de un milímetro. Para tener una idea de ese mundo minúsculo hay que considerar que un cabello humano tiene un diámetro de 70 micras.

Las partículas de tamaños mayores a 2,5 micras pueden ingresar a los bronquios, ocasionando diversos problemas de salud. Las de tamaño menor son incluso más dañinas, ya que son capaces de ingresar al torrente sanguíneo, provocando graves problemas cardiovasculares.

La recomendación de la OMS para la materia particulada fina (PM2,5) es una media anual de cinco microgramos por metro cúbico (5 μg/m3). Prácticamente ningún país cumple con esas expectativas.

Según el Banco Mundial, la exposición a PM2,5 ocasionó en 2013 un impacto global de 143 mil millones de dólares en ingresos laborales perdidos, así como 3,5 billones de dólares en pérdida de bienestar.

La situación del aire en Argentina

En comparación con el subcontinente indio (líder en polución del aire, con una media entre 60 y 80 μg/m3), Argentina tiene valores bajos: 14,6. Pero, es casi el triple de los límites establecidos por la OMS. Según estimaciones del organismo, cada año mueren 15 mil personas en nuestro país por enfermedades debidas a la contaminación del aire. Para América, el número asciende a 300 mil. 

Teniendo en cuenta que en la provincia de Buenos Aires residen 18 millones de personas (el 40 % de la población del país) y que la Ciudad de Buenos Aires suma otros tres millones, hay que pensar que el nombre de la capital federal y la provincia más  populosa del país es hoy más una expresión de deseo que una realidad.

Según la UNEP (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), un porcentaje apreciable de la muerte causada por diversas enfermedades tienen como agente causal la contaminación del aire por micropartículas (2,5). Para Argentina, los porcentajes son los siguientes:

Qué hacer para mejorar la calidad del aire

La principal causa de contaminación aérea proviene de la generación de energía a partir de la combustión de combustibles fósiles y biomasa: aparatos domésticos de combustión, vehículos de motor, instalaciones industriales, incendios forestales (para generar áreas cultivables). Cada uno puede aportar su granito de arena para mejorar el aire que respiramos cada día. El uso racional del consumo de energía en el hogar es una primera medida. También la reducción del uso del automóvil, compartiendo su uso o reemplazándolo, cuando sea posible, por el uso de la bicicleta o, ¿por qué no?, realizando el trayecto a pie.

Preservar el aire puro es algo que nos interesa a todos. Es nuestra salud la que está en juego. En ese sentido, contar con una cobertura en salud también es importante para tomar medidas que nos ayuden a llevar una vida más sana.

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