¿Sos de los que tienen escalofríos ni bien escuchan el agudo sonido del torno eléctrico o cuando en el aire hay ese característico “olor a dentista” (técnicamente se trata de un compuesto denominado eugenol)? ¿Empezás a transpirar ante la sola idea de tener que agendar una cita con el dentista? Es posible, entonces, que sufras de lo que se conoce como ansiedad dental, una condición de temor e inseguridad frente a la visita al odontólogo y al ambiente del consultorio.
Para que te quedes algo más tranquilo, no estás solo: la ansiedad dental está considerada uno de los principales temores de las personas. No es una cuestión que se presente solo en la infancia: se calcula que, en conjunto, una de cada tres personas la sufre.
Un gran problema que ocasiona esta dolencia es que quien la padece dilata la visita al dentista más de lo conveniente , lo cual desemboca en una mala salud dental. De hecho, junto con el factor económico, la ansiedad dental es una de las principales causas de la falta de visitas al odontólogo. Es, también, una de las primeras causas de complicaciones en la salud bucodental.
Causas de la ansiedad dental
No existe una sola razón que provoque miedo al dentista. Se trata, más bien, de un conjunto de causas que llevan a tener un temor excesivo a la consulta médica. Entre ellas se pueden destacar:
- Temor al dolor
- Temor a la sangre y las heridas
- Malas experiencias pasadas
- Influencia de gente cercana ansiosa
- Considerar el tratamiento de la boca como una invasión a la privacidad
- Temor a no tener el control y falta de confianza en los demás
- Otras características propias de la personalidad
Cuando la ansiedad dental es extrema se considera que la persona padece de fobia dental u odontofobia.
Métodos para contrarrestar la ansiedad
Un buen odontólogo es más que una persona técnicamente capacitada. El paciente establece un vínculo con el profesional, de modo que es de gran importancia que este sepa aconsejar y “llevar” a la persona que le confiará su boca, dando tranquilidad a la persona con ansiedad, ya se trate de un niño o de un adulto.
Por eso, del lado del dentista, hay varias medidas que este puede tomar para calmar los nervios excesivos de sus pacientes, desde minimizar el tiempo de espera (que eleva la ansiedad), perfumar el consultorio, poner música, cubrir los instrumentos, hasta dar sedativos o dosis más elevadas de anestesia.
Más allá de las buenas decisiones que pueda tomar el profesional, hay varias cosas que nosotros como pacientes podemos realizar para manejar la ansiedad. Estos son cinco tips para controlar el temor al dentista que podrías poner en práctica.
- Técnicas de relajación. Hay un amplio abanico de métodos para bajar las palpitaciones, calmar los nervios y aflojar los músculos. Yoga, técnicas de respiración, meditación, mindfulness , visualización… Hay para elegir, y lo mejor es que, con un poco de dedicación, se pueden seguir tutoriales por Internet, sin entrar en nuevos gastos.
- Hablar con el dentista. Hay que dejar de lado la vergüenza y comunicar nuestros problemas y temores al dentista. Como ya dijimos, la ansiedad es algo muy usual, de modo que el odontólogo ya debería tener algunas prácticas bajo la manga: desde el clásico acordar señales cuando hay dolor hasta pedir información detallada sobre el procedimiento. Saber qué esperar es tranquilizante y acota las fantasías negativas.
- Distracción. Podemos ocupar el tiempo pensando en otra cosa, como las cosas que nos restan hacer durante el día o repasar la lista del supermercado. También apretar una pelota antiestrés, o bien, previa autorización del médico, escuchar música con auriculares o ver algún video.
- Terapia y medicación. Para casos extremos puede ser necesario hacer terapia con un analista, o el dentista puede darnos un ansiolítico de corta duración.
- Visitas al dentista. Puede parecer contradictorio que un método para ayudarnos a ir al dentista sea, justamente, ir al dentista, pero hay que ser consciente que, cuanto más dilatemos la visita, nuestra salud bucal empeorará, hasta que la consulta será inevitable y probablemente la intervención será más compleja, invasiva y dolorosa.
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