Desde sus inicios como estudiante de medicina hasta su período de madurez, como bacteriólogo reconocido, Salvador Mazza trabajó en el control de epidemias como el cólera, creó la primera vacuna de una dosis contra el tifus, extrajo la primera cepa en el país de Leishmaniasis braziliensis (parásito causante de la leishmaniasis), realizó estudios y avances en otras numerosas enfermedades, como malaria y brucelosis y escribió cientos de artículos científicos.
Todo esto bastaría para reservarle un lugar destacado en la historia de la medicina.
Sin embargo, su principal legado fue su investigación de la enfermedad de Chagas, la cual, gracias a su aporte, a veces se denomina enfermedad de Chagas-Mazza.
Descubrimiento de la enfermedad de Chagas
En 1909 el infectólogo brasileño Carlos Chagas había logrado lo que podríamos llamar la “triple corona”: describió la nueva enfermedad, el parásito que la causa (Trypanosoma cruzi) y el vector transmisor (la vinchuca).
Sin embargo, algunas conclusiones erróneas en sus investigaciones respecto de la enfermedad le trajeron el descrédito científico.
En 1916, un joven Salvador Mazza conoció a Chagas, quien persuadió al médico argentino de profundizar en los estudios de la enfermedad. Mazza retomó las investigaciones de Chagas y desde fines de la década de 1920 perfeccionó la descripción y tratamiento de la enfermedad, con lo cual logró que se reconociera a la enfermedad de Chagas como una realidad que debía afrontarse.
Primeros años de Salvador Mazza
Hijo de inmigrantes italianos, Salvador Mazza nació el 6 de junio de 1886 y pasó su infancia en la localidad de Rauch, en el interior de la provincia de Buenos Aires.
Cursó sus estudios en el Colegio Nacional de Buenos Aires con apenas 10 años y se recibió de médico en 1910, en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
En 1914 se casó con Clorinda Razori, quien se convirtió en su asistente y más estrecha colaboradora, y quien lo acompañó hasta el fin de sus días.
En 1916, entre muchas otras actividades, trabajó en el Instituto Bacteriológico Nacional (hoy Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos Malbrán”), donde también realizaba sus primeros trabajos otro futuro gran investigador: Bernardo Houssay.
Tiempos de expansión de Mazza
En 1925 recibió al microbiólogo francés Charles Nicolle, a quien había conocido en Túnez, en donde el francés era director del Instituto Pasteur local. Nicolle (que obtendría el Nobel de Medicina en 1928) se convirtió en el mentor de Mazza y su influencia resultó fundamental para la creación de un instituto que investigara las enfermedades del norte argentino.
Este organismo, fundado en 1926, fue la Misión de Estudios de la Patología Regional Argentina (MEPRA), dependiente de la Facultad de Medicina de la UBA. Según recomendaciones de Nicolle, se estableció en Jujuy, para evitar “que el fárrago de las metrópolis, con sus intrigas dominantes, ahoguen el propósito de la institución y desvíen a los hombres de su empeño”. Además de sus estudios de laboratorio, el MEPRA publicaba –desde 1930– un boletín científico, que llegó a publicar 72 números con más de 500 artículos (más del 80 % redactados por Mazza).
Fundamental para el desarrollo de su labor de investigación de las enfermedades rurales fue el laboratorio y consultorio E600, construido en un vagón de tren, con el que recorrió el país e incluso llegó a países vecinos.
Buena parte de su labor de investigación se orientó a alertar sobre el alcance alarmante de la enfermedad de Chagas, no solo en Argentina, sino en toda América. Dadas las demostraciones contundentes provistas por Mazza, la comunidad científica y las autoridades políticas debieron reconocer la amenaza que representaba la enfermedad.
Años finales
A pesar de sus múltiples logros, Mazza enfrentó numerosas dificultades para desarrollar sus investigaciones. En 1943, por ejemplo, consiguió producir penicilina en el país, luego de contactarse con Alexander Fleming (descubridor de la penicilina, antibiótico bactericida), pero, ignorado por el gobierno militar de la época, no logró iniciar la producción en masa del medicamento.
Mazza falleció inesperadamente a los 60 años, en 1946, debido a un infarto de miocardio mientras se hallaba en México, participando de un congreso de medicina.
Unos pocos años después, en 1951, el gobierno de la provincia de Salta creó la Municipalidad de Profesor Salvador Mazza (anteriormente conocida como Pocitos), que es la ciudad más al norte de la Argentina. Según el censo de 2010 contaba con una población de más de 20.000 habitantes.
En 1995, el director de cine Juan Bautista Stagnaro realizó una película sobre su vida, Casas de fuego, protagonizada por Miguel Ángel Solá.
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