Flúor ¿Cómo protege nuestros dientes?

¿Sabías que el agua de la canilla, la que usamos y tomamos todos los días, viene con el agregado de flúor? ¿Por qué?, te preguntarás. Y la respuesta es que se trata de una medida de salud pública, para prevenir las caries. Es una medida tan importante que la Organización Mundial de la Salud la considera “uno de los 10 mayores logros de salud pública alcanzados en el siglo XX”. No es una exageración: las caries son el trastorno de salud más común del mundo y provocan disturbios en la salud de miles de millones de personas.

En Argentina la fluoración del agua existe desde mediados de los años 70, y se estima que, en el mundo, unos 350 millones de personas se benefician del agua potable fluorada. Diversas investigaciones indican que el agua fluorada reduce las caries entre el 30-60 % para la dentición temporaria; entre el 15 % y el 35 % para la dentición permanente; y hasta el 40% para las personas mayores de 75 años.

Acción del flúor

El flúor es un elemento muy común en la naturaleza, pero no se encuentra en estado puro, sino combinado con otras sustancias. De manera que lo que habitualmente llamamos flúor, ya sea en el agua o en la pasta de dientes, es en realidad una forma de flúor que se denomina fluoruro.

El fluoruro es un agente clave para reducir la prevalencia y la gravedad de la caries dental, pero ¿Cómo actúa? Los ácidos que se forman en la boca a causa de la ingesta de azúcar atacan el esmalte dental y lo desmineralizan. El fluoruro ayuda a remineralizar el esmalte, retrasando el proceso de degradación que termina resultando en caries e infecciones. 

La exposición al fluoruro limita y retrasa el desarrollo de las caries, pero, como señala la OMS, “no previene completamente la caries dental si se aplica como una medida aislada. Por lo tanto, para prevenir y reducir la caries dental es esencial atacar sus causas (azúcares libres)”, lo que implica desarrollar conductas saludables en cuanto a una alimentación sana.

Exposición sistémica y tópica

Existen dos formas de que el fluoruro llegue a la población. La exposición sistémica proviene de las políticas de salud estatales, y la fluoración del agua potable es el ejemplo más importante. Pero también se agrega flúor a otros alimentos, como la sal o la leche. Según la OMS, “la adición de fluoruro a la sal dio excelentes resultados para prevenir la caries dental, y se estima que unos 300 millones de personas de todo el mundo consumen sal fluorada”.

La exposición tópica es la administración particular de fluoruro, y está constituida por el cepillado de los dientes con pasta dental fluorada.

Cabe aclarar que el flúor, en dosis elevadas, puede ser nocivo para el organismo. Por eso se requiere de mecanismos de control para que los niveles, tanto en el agua como en otros productos, sea el apropiado. La OMS destaca que “respalda decididamente el uso adecuado del fluoruro”, en donde es clave la presencia de la palabra “adecuado”.

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