¿Cada cuánto hay que ir al dentista?

La regla dice que se debe ir al dentista cada 6 meses o, lo que es lo mismo, dos veces al año, para un chequeo y limpieza general. De dónde salió esa ley no escrita, no se sabe, pero todos los profesionales la aceptan.

En realidad, cada persona es un mundo, de modo que esta norma, demasiado amplia, puede variar para cada individuo.

Teniendo en cuenta que el chequeo es una visita de prevención, la programación de una nueva visita al odontólogo dependerá del menor o mayor riesgo de problemas en los dientes, algo que solo puede determinar el dentista, por lo cual siempre tendrá él la última palabra.

Lo que está claro es que la visita periódica, como medida preventiva, es fundamental: diversos estudios confirman que quienes visitan al dentista recién cuando tienen alguna molestia sufren de mayores enfermedades dentales que los que van de forma regular. Dilatar la consulta tiene una penalización extra: cuando un problema bucodental está avanzado, requiere mayor trabajo, con el consiguiente desembolso económico, que casi siempre resulta pesadamente costoso.

Variables y hábitos

Las costumbres de higiene bucodental y el tipo de alimentación van a tener como consecuencia una mejor o peor protección de la dentadura. 

La edad también es una variable a tomar en cuenta: cuando recién salen los dientes permanentes –a partir de los 6 años y hasta los 8– hay mayor riesgo de caries. 

En los niños no se aconseja que se ausenten del consultorio por más de un año. Los adultos con buenos hábitos de higiene podrían demorar su visita semestral y estirarla a un año, incluso hasta dos años. Fumadores y embarazadas, por diferentes razones, deberían asistir con mayor frecuencia al odontólogo.

En manos de profesionales

Sin embargo, volvemos a recordarlo, en última instancia es el odontólogo el que, evaluando cada situación particular, determinará el tiempo apropiado para una próxima visita. Una razón importante para seguir la decisión en manos del profesional es que es muy difícil determinar la progresión de, por ejemplo, una caries. Hay una enorme variación de un individuo a otro y, aunque se han intentado confeccionar modelos predictivos, nada ha superado el examen particular. Por eso, también es conveniente mantener en el tiempo el vínculo con el odontólogo, que nos conoce bien y sabe los ritmos de nuestro aparato bucal.

Por otra parte, está comprobado que una de las maneras más eficaces de inculcar la conducta correcta con los dientes es el recordatorio y refuerzo que proporciona el dentista cada vez que lo visitamos.

Dilatar es empeorar

Posponer la visita al dentista es el ejemplo clásico de dejar cosas molestas para más adelante. Es como si siguiéramos un proverbio deformado a nuestro gusto: “No hagas hoy lo que puedes dejar para mañana”. Así, nuestra boca y los dientes que contiene se van deteriorando cada vez más. Cada día que pasa los daños se hacen más graves y se vuelven más difíciles de reparar. Estudios realizados en Gran Bretaña mostraron que las caries atraviesan el esmalte y avanzan hasta la dentina (cuando el daño ya es irreparable) en tres años

.Así que, ya sabés, si te da pereza ir al dentista y querés verlo lo menos posible, entonces que no te dé pereza ocuparte de tu boca como se debe.

Con una mano en el corazón, ¿hace cuánto que no vas al dentista?

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